SÁBADO VII SEMANA DE PASCUA
HECHOS:
– San Pablo sabe usar de los medios humanos que Dios le ha dado para cuidar su vida, y sobre todo para anunciar el Reino a los hombres, pues es capaz de aún en arresto domiciliario predicar y enseñar lo que Dios quiere a los que se acercaban a Él. Pienso que le era imposible no hablar de aquel por quien se sentía tan amado, y que le había salvado la vida. De lo que rebosa el corazón habla la boca.
– En el arresto domiciliario, nadie le impedía hacer lo que él siempre había querido hacer: evangelizar, anunciar a Jesucristo. A Pablo nada le impide predicar a Cristo. Ahora da testimonio de Jesús en Roma, como ya le había anunciado el Señor en una visión. Es incansable este apóstol. La fe inquebrantable que tiene en Jesús le mueve en todo momento y da sentido a toda su actuación. Cuando se trata de la evangelización se defiende con inteligencia, para que la Palabra no quede nunca encadenada.
SALMO:
“Los buenos verán tu rostro, Señor.”
El Señor mira nuestra vida, el Señor nos ama y se alegra por los buenos, por los inocentes, y se conmueve por los que necesitan conversión, pero dice el salmo que sólo los buenos verán su rostro, son los que secundan su amor con amor.
JUAN:
– Jesús hoy nos enseña que la decisión del seguimiento es algo libre y personal, y que cada uno de nosotros debe decir un sí grande al Señor, que es obra de su acción en nosotros. A la vez nos muestra que cada uno es elegido de una forma concreta, y que no debemos andar en comparaciones absurdas que nos llevarían al enfado o a la queja, y a no vivir en lo que el Señor ha preparado para nosotros, que es lo que nos llevara a ser felices plenamente. Que esto sea personal no significa que nos podamos olvidar del prójimo, sino que debemos preocuparnos, acoger, e interceder por los hermanos que el Señor ha puesto en nuestro camino, y también incluso a los que ni siquiera conocemos.
– Vemos en este pasaje como la fe va madurando muy poco a poco. Que todos somos débiles, y tendemos a mezclar en nuestra vida motivos espirituales y otros muy humanos y tan buenos. En Pedro vemos que maduró por obra del Espíritu, y veremos magníficos testimonios de su amor real a Jesús.
María, Madre llévanos a vivir diciendo un Sí grande a la voluntad De Dios en lo concreto de nuestra vida. Amén.