XXXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

XXXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

1 REYES:
– Destacan dos personajes en la primera lectura, el primero es le profeta Elías, que tiene esa osadía de los que viven en Dios para pedirle a esa mujer viuda que no tiene ni para dar de comer a su hijo, pero que no lo duda, pues el profeta sabe cómo Dios va a a hacer una obra con ellos, y vivir en fe y en confianza en Dios es un verdadero descanso del alma y del corazón.
– El Segundo personaje es la mujer, la viuda, que accede a la petición del profeta y que recibe el ciento por uno del Señor, pues ya no les falta para comer porque Dios es bueno siempre, pero puede obrar en aquellos que acceden a tener un corazón abierto y a vivir según su voluntad.
– Es una lectura que muestra una gran confianza en Dios por parte de ambos. el uno prometiendo, y la otra dando todo lo que tenía. La promesa se cumple: no se vacía la orza de harina y no se acaba la alcuza de aceite.

SALMO:
“Alaba, alma mía, al Señor.”
Refleja este salmo la generosidad De Dios, que hace justicia a los oprimidos, a los hambrientos los ayuda, ama a los justos, sustenta al huérfano y a la viuda. Es una alabanza el salmo agradecida porque Dios no deja solos a los más desvalidos, sino que intercede por ellos siempre.

HEBREOS:
– Impresionante las palabras de la segunda lectura, donde nos muestra que Dios se construye un santuario entre los hombres, Cristo, para poder interceder por nosotros. Siempre Dios amándonos, tanto le importamos, está siempre dispuesto a lo que sea por nosotros.
– La lectura continua y nos muestra que la forma de interceder de Jesús, nuestro intercesor, no es según el mundo, sino que es con el sacrificio de si mismo, este es el modo de actuar De Dios, entregar a su propio Hijo por amor a nosotros. No se guarda nada, lo entrega todo para que tengamos vida y vida en abundancia.
– Es admirable tanto amor De Dios, que no ofrece sangre ajena, de animales, para salvarnos, sino que Jesús ofrece hasta la última gota de su sangre para quitar los pecados del mundo.

MARCOS:
– Jesús al principio del Evangelio de hoy nos da una amonestación muy seria, pues habla de los que les encanta vivir en apariencia, en poder y en lo material, y se olvidan de los más necesitados y los desprecian, y se justifican rápidamente con oración profundas y grandes. Esto también nos toca a nosotros que muchas veces nos escondemos en nosotros mismos, y nos dejamos llevar por nuestros gustos, comodidades, etc…., y no vivimos con un corazón que se entrega por Dios en los hermanos. Ojo con la búsqueda de honores que es vanidad; con el fingimiento de la santidad que es hipocresía, y el egoísmo en vez de ayudar a los pobres y ciudad, aprovecharse de su posición en beneficio propio.
– Y Jesús nos muestra que no vale la apariencia al fijarse en aquella mujer que da todo lo que tiene para vivir, sino que también hay que darlo todo, hay que poner nuestra confianza en Dios. También Jesús alaba delante de todos a la pobre ciudad que echa en los cepillos del Templo esas dos monedas, una cantidad insignificante, pero que es todo lo que ha podido ahorrar, todo lo que tenía. Los demás echan de lo que les sobre. Ella, de lo que necesita para vivir. Deberíamos pensar nosotros en nuestra generosidad, cómo y cuánto nos entregamos por los demás.

Una cosa a tener en cuenta es que la Viuda en el Antiguo Testamento y en la época de Jesús, era signo de pobreza, solidad y necesidad. Por eso Jesús exalta la extraordinaria confianza en Dios, que le lleva a darlo todo, sin preocuparse de su mañana. Esas mujeres tenían más difícil su vida que muchos de nosotros, y se fiaron De Dios, y Dios las libero para amar de verdad.

Muchas veces en nuestra vida espiritual se nos introduce fácilmente un error, como si dando nosotros a Dios, le diéramos algo de lo que Él necesita o que a Él le viene bien, si fuera así, bien podríamos medir cuánto le damos y cuánto más le podemos dar. Pero la lección que Dios nos da hoy en el Evangelio es que hay que darlo todo, no más ni menos, sino todo. Pero ¿por qué?
Porque Dios nos necesita de nuestra cosas, a Dios no le podemos dar nada que Él no tenga. Cuando damos a quien no tiene, podemos medir si damos menos o más; pero al que lo tiene todo, qué más le podemos dar. No es eso, lo que damos a Dios es nuestros interior, lo que le damos son nuestros afectos íntimos, lo que le damos es nuestro corazón, lo que le damos somos nosotros mismos; y entonces él no mira lo que damos o nadamos; Él mira el afecto, la intención del corazón. Y eso fue lo que pasó con esta pobre mujer. Ella se lo quiere dar todo a Dios y de hecho le dio todo porque no tenía más, y al darle esos dos reales le dio todo cuanto tenía, se dio entera a Dios.
Darnos enteros a Dios, ésa debe ser la realidad. Pues no nos guardemos, regalemos nuestra vida a Dios, vivamos según Dios, perdonemos según Dios, amemos según Dios.

María, Madre llévanos siempre a Jesús y que Jesús nos lleve a vivir como Él. Amén.

Un pobre sacerdote +++

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