JUEVES XIX SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
JOSUÉ:
– Josué empieza a ser el que guía al pueblo de Israel, pero desde el principio se muestra que no es él sino Dios, el que engrandecer en todo al pueblo, y que siempre está con el pueblo, Él es quien sigue al frente del pueblo y nunca lo dejará.
– Por otro lado el que expulsa a los cananeos, no es sólo el pueblo, sino que Dios le da la fuerza para expulsar a los enemigos, esto lo debemos ver también nosotros en nuestra propia vida, pues sólo con el Señor somos capaces de expulsar al demonio de nuestra vida y vencer toda tentación. El Señor sigue siendo El Salvador, e intercede por el pueblo; también intercede por nosotros, y nos ayuda a atravesar a nosotros nuestra dificultades y desiertos, y sobre todo dejar que el Señor esté presente en nuestras vidas y tenga en sus manos todas nuestras cosas.
SALMO:
«Aleluya»
El salmo nos invita de nuevo a recordar la acción De Dios en nuestra vida, y como es capaz de hacer cosas increíbles para llevarnos a vivir en su presencia, y creer que el hace cosas que parecen imposibles para llevarnos a su salvación y a su amor.
MATEO:
– El Señor hoy nos enseña cuanto tenemos que perdonar, san Pedro parecía ya proponer una propuesta generosa para el perdón, pero Jesús va mucho más allá; setenta veces siete, esto es siempre.
– La parábola exagera la deuda perdonada al primer empleado es ingente. Y en cambio la que él no perdona a su compañero, pequeñísima. El contraste sirve para destacar el perdón que Dios concede y la mezquindad de nuestro corazón, porque nos cuesta perdonar una insignificancia.
– Lo propio De Dios es perdonar. Lo mismo han de hacer los seguidores de Jesús, pues el aviso es claro: «lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano». Este es el amor exigente de JEsús, perdonar siempre incluso a los enemigos, y el vivir el perdón hacia uno mismo debe llevar a perdonar a los demás.
– En el Padre nuestro, Jesús nos enseño a pedir que nos perdone como perdonamos, y debemos reconciliarnos con los demás antes de llevar la ofrenda al altar y lo de saludar también al que no nos saluda. Ser seguidores de Jesús nos obliga a cosa difíciles. Gracias al amor que Dios nos tiene tenemos el sacramento de la reconciliación, nos da el perdón De Dios y nos capacita para perdonar a los demás.
María, Madre de misericordia enséñanos a vivir en la misericordia De Dios. Amén.
Un pobre sacerdote +++