JUEVES XX SEMANA TIEMPO ORDINARIO

JUEVES XX SEMANA TIEMPO ORDINARIO

EZEQUIEL:

El pasaje de Ezequiel, propuesto para hoy, se lee también en la vigilia pascual. Esto nos dice su importancia y su simbolismo bautismal y pascual.

-Palabra del Señor: os manifestaré mi santidad… Las naciones sabrán que Yo soy el Señor cuando por medio de vosotros manifieste mi santidad…

Responsabilidad de los creyentes, de los bautizados.

Ser la visibilidad de la santidad de Dios… ser una presencia de Dios.

Esta Palabra de Dios se pronunció por primera vez en Babilonia, en pleno corazón del paganismo. En medio de una civilización completamente entregada a los ídolos del mundo, los judíos fueron invitados por el profeta a dar a conocer, "por su vida", la santidad de Dios.

En nuestras sociedades actuales, tan a menudo entregadas a un seco materialismo, los creyentes han de repetir "por su vida", y por su oración: "¡Santificado sea tu nombre!"

-Os tomaré de entre las naciones, os recogeré de todos los países, y os llevaré a vuestra tierra.

Tema de la unidad, de la reunión, de la catolicidad, del ecumenismo… tema que ya encontramos ayer.

-Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados de todas vuestras impurezas. De todos vuestros ídolos os purificaré.

Visión anticipada del bautismo. «Habéis sido lavados, santificados por el nombre de Jesucristo y por el Espíritu de Dios». (1 Corintios 6, 11) ¡Purifícanos, Señor!

Renueva en nosotros la gracia vivificante de nuestro bautismo. ¿Cuáles son mis pecados habituales? ¿Cuáles son mis ídolos? Creo en un solo bautismo para el perdón de mis pecados… para la destrucción de todo lo que me impide "vivir" de veras, de todo lo que me impide amar.

-Os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo. Os quitaré vuestro corazón de piedra y os daré un corazón de carne.

Operación radical. Renovación total. Recreación de un ser nuevo. El primer día de la humanidad, Dios "insufló" su Espíritu en el rostro de Adán. El día de la resurrección Jesús "infundió" su espíritu en los apóstoles.

La iniciativa divina es necesaria para la gran transformación del hombre con la que El sueña. El surgimiento del "nuevo hombre" no se halla en las posibilidades de la naturaleza. "Yo" os daré… "Yo" infundiré en vosotros… «Yo os quitaré…"

Señor, yo quisiera ser más consciente de esta gran operación que no cesas de querer realizar en mí: cambiar mi corazón de piedra, mi duro corazón, que no sabe amar bastante… en un corazón de carne, un corazón vulnerable y sensible que sepa amar sin medida.

-Os infundiré mi espíritu.

¡Nada menos!… Esto va muy lejos.

No hay nada más "fuerte" en todo el Nuevo Testamento.

Jesús repetirá, palabra por palabra esta sorprendente afirmación de Ezequiel: "Voy a enviaros el Espíritu, Promesa de mi Padre" (Lucas 24, 49)

El Espíritu de Dios ha sido derramado en nuestro espíritu. "El Espíritu de Dios "habita" en vosotros" (Romanos 8, 9)

-Entonces cumpliréis mis leyes, observaréis fielmente mis mandamientos. Vosotros seréis mi pueblo, y Yo seré vuestro Dios.

Espontánea e interiormente estaréis de acuerdo con mi voluntad, con mi proyecto: os mantendréis en mi alianza y en comunión conmigo. ¿Qué oración me sugieren estas palabras?

NOEL QUESSON

SALMO:
«Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará de todas vuestras inmundicias..»

MATEO:
– Hoy os invito a hacer una lectio divina, y entrar en el texto con tiempo, para disfrutar de la palabra De Dios.
• El evangelio de hoy narra la parábola del banquete que se encuentra en Mateo y en Lucas, pero con diferencias significativas, procedentes de la perspectiva de cada evangelista. El trasfondo, sin embargo, que llevó a los dos evangelistas a conservar esta parábola es el mismo. En las comunidades de los primeros cristianos, tanto de Mateo como de Lucas, seguía bien vivo el problema de la convivencia entre judíos convertidos y paganos convertidos. Los judíos tenían normas antiguas que les impedían comer con los paganos. Después de haber entrado en la comunidad cristiana, muchos judíos mantuvieron la costumbre antigua de no sentarse en la mesa con un pagano. Así, Pedro tuvo conflictos en la comunidad de Jerusalén, por haber entrado en casa de Cornelio, un pagano y haber comido con él (Hec 11,3). Este mismo problema, sin embargo, era vivido de forma diferente en las comunidades de Lucas y en las de Mateo. En las comunidades de Lucas, a pesar de las diferencias de raza, clase y género, tenían un gran ideal de compartir y de comunión (Hec 2,42; 4,32; 5,12). Por esto, en el evangelio de Lucas (Lc 14,15-24), la parábola insiste en la invitación dirigida a todos. El dueño de la fiesta, indignado con la desistencia de los primeros invitados, manda a llamar a los pobres, a los lisiados, a los ciegos, a los mancos para que participen en el banquete. Con todo, sobran sitios. Entonces, el dueño de la fiesta manda invitar a todo el mundo, hasta que se llene la casa. En el evangelio de Mateo, la primera parte de la parábola (Mt 22,1-10) tiene el mismo objetivo de Lucas. Llega a decir que el dueño de la fiesta manda entrar a “buenos y malos” (Mt 22,10). Pero al final añade otra parábola (Mt 22,11-14) sobre el traje de la fiesta, que insiste en lo que es específico de los judíos, a saber, la necesidad de pureza para poder comparecer ante Dios.
• Mateo 22,1-2: El banquete para todos. Algunos manuscritos dicen que la parábola fue contada para los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo. Esta afirmación puede así servir como llave de lectura, pues ayuda a comprender algunos puntos extraños que aparecen en la historia que Jesús cuenta. La parábola empieza así: «El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir”. Esta afirmación inicial evoca la esperanza más profunda: el deseo de la gente de estar con Dios para siempre. Varias veces en los evangelios se alude a esta esperanza, sugiriendo que Jesús, el hijo del Rey, es el novio que viene a preparar la boda (Mc 2,19; Apc 21,2; 19,9).
• Mateo 22,3-6: Los invitados no quisieron venir. El rey hizo unas invitaciones muy insistentes, pero los invitados no quisieron ir. “Se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron”. En Lucas, son los cometidos de la vida cotidiana que impiden aceptar la invitación. El primero le dijo: `He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses.’ Y otro dijo: `He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispenses.’ Otro dijo: `Me acabo de casar, y por eso no puedo ir.” (cf. Lc 14,18-20). Dentro de las normas y las costumbres de la época, aquellas personas tenían el derecho, y hasta el deber, de no aceptar la invitación que se les hacía (cf Dt 20,5-7).
• Mateo 22,7: Una guerra incomprensible. La reacción del rey ante el rechazo, sorprende. “Se enojó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad”. ¿Cómo entender esta reacción tan violenta? La parábola fue contada para los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo (Mt 22,1), los responsables de la nación. Muchas veces, Jesús les había hablado sobre la necesidad de conversión. Llegó a llorar sobre la ciudad de Jerusalén y a decir: «Al acercarse y ver la ciudad, lloró por ella, diciendo: “¡Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz! Pero ahora ha quedado oculto a tus ojos. Porque vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de empalizadas, te cercarán y te apretarán por todas partes, te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos que estén dentro de ti y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has conocido el tiempo de tu visita.» (Lc 14,41-44). La reacción violenta del rey en la parábola se refiere probablemente a lo que aconteció de hecho según la previsión de Jesús. Cuarenta años después, fue destruida (Lc 19,41-44; 21,6;).
• Mateo 22,8-10: La invitación permanece en pie. Por tercera vez, el rey invita a la gente. Dice a los empleados: “La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda.’ Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales.“ Los malos que eran excluidos como impuros de la participación en el culto de los judíos, ahora son invitados, específicamente, por el rey para participar en la fiesta. En el contexto de la época, los malos eran los paganos. Ellos también son convidados para participar en la fiesta de la boda.
• Mateo 22,11-14: El traje de fiesta. Estos versos cuentan como el rey entró en la sala de fiesta y vio a alguien sin el traje de fiesta. El rey preguntó: ‘Amigo, come fue que has entrado aquí sin traje de boda?’ Él se quedó callado. La historia cuenta que el hombre fue atado y echado a las tinieblas. Y concluye: “Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.” Algunos estudiosos piensan que aquí se trata de una segunda parábola que fue añadida para ablandar la impresión que queda de la primera parábola donde se dice que “malos y buenos” entraron para la fiesta (Mt 22,10). Lo mismo, admitiendo que ya no es la observancia de la ley que nos trae la salvación, sino la fe en el amor gratuito de Dios, esto en nada disminuye la necesidad de la pureza de corazón como condición para poder comparecer ante Dios.

María, Madre ayúdanos a entrar en el Corazón de tu Hijo, que nos lo muestra en su Palabra. Amén.

Un pobre sacerdote +++

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